Castilla y León cuenta con al menos 75 especies exóticas invasoras que se han asentado en la región y que en algunos casos ponen en riesgo el ecosistema

Ni el cangrejo ni el visón. No son nuestros. Ninguno de los dos. Siga leyendo y sepa por qué. Para empezar, mire en su armario. O en el de su madre, su tía, su hija, su abuela. ¿Hay un abrigo de visón? Ahora no están muy de moda, pero fueron la locura hace un par de décadas. Tanto, que se importaron visones americanos, más grandes y fuertes, con un ciclo reproductivo más corto, para poder hacer frente a la demanda de abrigos. Se montaron criaderos en varios puntos de España. Pero la moda pasó y los animales fueron soltados a los ríos -sin complejos- desde las granjas peleteras o por la acción de activistas ecologistas (como el Frente de Liberación Animal).

En fin, que estos animales, sueltos, terminaron por desplazar a los visones originarios, los autóctonos. Los primeros ejemplares americanos se localizaron entre 1991 y 1998. En el 2002, la población del visón americano -su celo comienza antes, por lo que también gana así terreno al patrio- ya era casi el doble que la del autóctono, el visón europeo, hoy al borde de la extinción (no en vano, es la segunda especie más amenazada de Europa, después del lince). Los últimos calculos hablan de 450 visones europeos repartidos entre Castilla y León y el País Vasco (esta misma semana se han encontrado ejemplares en los ríos de Soria, buena noticia). Pero hay cerca de 30.000 ejemplares del visón americano. Pues éste, el visón americano, es tan sólo uno los 1.400 tipos de animales, plantas y microorganismos no autóctonos que existen en España. Son casi 11.000 especies en toda Europa. Al menos 75 están presentes en Castilla y León. Y algunas de ellas -en torno al 15%- suponen una amenaza para la biodiversidad nativa.

El visón americano pertenece a este tipo, como el galápago de Florida, la almeja asiática... o el cangrejo rojo americano, que ha colonizado, junto al cangrejo señal, los ríos de la comunidad. Estos cangrejos, hoy mayoría, en realidad no son nuestros. Son unos colonizadores violentos, llegados de EE. UU. -traídos a Extremadura por un noble aficionado a pescarlos y comerlos- que arrinconan a los autóctonos.

El Grupo Especialista en Invasiones Biológicas (GEIB) es una oenegé con sede en León -la única de Europa que se dedica en exclusiva a este problema- que ejerce servicios de consultoría a entidades como el Ministerio de Medio Ambiente o el Consejo de Europa. Su voz es toda una autoridad y la emplean para asegurar que en Castilla y León «faltan datos oficiales del número total de especies exóticas invasoras presentes en la comunidad, así como estudios exhaustivos de distribución». Los datos de los que disponen permiten ubicar hasta 75 especies exóticas invasoras en Castilla y León. La mayoría son plantas (50), pero también hay peces (14), aves (2), invertebrados no artrópodos (4) y mamíferos, reptiles. Faltan datos de varios grupos, como insectos.

Incoherencia

Pero no hay más precisión. «La política de la Junta es inconsistente e incoherente», aseguran, «sobre todo en el caso del cangrejo señal, cuya presencia se tolera 'donde sea conveniente'. Cabe preguntarse si existe algún lugar donde la presencia de una especie exótica invasora es conveniente. En esta materia, Castilla y León tiene mucho camino que recorrer, empezando por reconocer el problema». En su día, desde la Junta aseguraron que la pesca del señal serviría para controlar el cangrejo rojo americano (si se cogía uno, no había que devolverlo al agua) y como sustitutivo del autóctono. «Cuando la erradicación no es posible, se puede intentar contener la especie o controlarla mediante campañas de desgaste poblacional». Se intenta, por ejemplo, con el visón americano. Desde el 2005 se han cazado 71 ejemplares. Y también con el galápago de Florida, ya que hay puntos de recogida de estos animales en los centros de recuperación de aves.

Castilla y León tiene un punto a su favor. Y es el clima. Las temperaturas aquí son extremas. «No tenemos el problema que hay en otras comunidades, donde el clima es más benigno y, por lo tanto, estas especies no encuentran tantas dificultades para asentarse», explica José Ángel Arranz, director general del Medio Natural.